El precio de tener razón

No vamos a negar que a todos nos da cierta (al menos esporádica) satisfacción tener razón. Cuantas veces nos descubrimos exclamando: «viste? Yo te dije!» O incluso comentándonos eso a nosotros mismos. Algunos dicen que alimenta el ego. Tal vez así sea. Pero cuál es el precio que pagamos por tener razón?

En una discusión o durante un enojo nos empeñamos en exponer y sostener con fuerza nuestro punto de vista, nuestras interpretaciones y motivos para hacer o decir lo que sea que hicimos o dijimos antes de comenzar a discutir. Nos justificamos. Nos defendemos como si de una real batalla se tratara. Buscamos a toda costa «simplemente tener razón».

Y un día me pregunté: Para qué queremos tener razón? De qué nos sirve? Nos lleva tener razón al resultado que queremos?

Volvamos a la discusión o al enojo. En general  lo que queremos es dejar de discutir. Arreglar las cosas. Llegar a un acuerdo… Pero si nos olvidamos de lo que queremos y ponemos el foco en tener razón, seguramente vamos a tenerla! Obtenemos lo que enfocamos.

Y donde queda la idea de arreglar las cosas? Del acuerdo? En otro lugar muy lejano, muchas veces cada vez más lejano y difícil de alcanzar…

Qué pasaría si antes de emprender esta intensa búsqueda de tener razón nos empezáramos a preguntar: Donde está mi compromiso, con tener razón o con el resultado que busco? 'Quiero tener razón o generar un acuerdo?' Clic para tuitear

Y si desde ahí armáramos nuestra conversación de forma muy distinta?

Quizás sería bueno reflexionar esto antes que sea tarde, y por comprometernos con tener razón, destruyamos nuestros vínculos más queridos… Antes de llegar a no poder recuperar una preciada relación por querer tener razón… Antes que elegir nuestro efímero placer de tener razón nos impida elegir ser felices… Quizás y solo quizás.

2018-05-23T11:05:07+00:00
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