¿Cómo hacés?

Hace dos noches tuve mi primera experiencia de jetlag. Volví de Nueva Zelanda hace 4 días y allá son 16 horas más. Pero las primeras noches del regreso dormí bien. «Justo» lo experimento cuando al día siguiente tengo un curso pago sobre Oratoria con Ariel Goldvarg desde las 9am. Y era un curso al que tenía muchas ganas de ir!!

Sin embargo, aunque parezca poco alentador, este desfasaje horario que sintió mi cuerpo me hizo encontrar por fin la respuesta a una pregunta que hace años me repiten mis amigas al contarles mi vida: «¿cómo hacés?»

Se refieren a cómo hago para tener siempre ganas de seguir estudiando y capacitándome, para tener la agenda llena, para no bajar los brazos y seguir buscando, para mantener tantas relaciones sociales, etc. etc. Y es que simplemente ni yo sabía esa respuesta!!

Luego de la cena dormí apenas 2 horas. Pasadas muchas vueltas en la cama sin poder volver a conciliar el sueño a pesar de las respiraciones y meditaciones, me levante a «merendar». No podía seguir aguantando el hambre en medio de la oscura y silenciosa madrugada. Y mientras me hacía las tostadas ni por un segundo pensé en faltar al curso. Solo pensaba en volver a dormir para poder aprovecharlo al máximo. (Mi deseo de volver a dormir jamás se cumplió esa noche.)

Al llegar al curso, con mi sueño a cuestas, durante el primer ejercicio que Ariel nos pide hacer, se presentó la respuesta ante mí. La actividad consistía en anotar tres fortalezas personales. No vacilé al respecto: tomé mi birome y enumeré:

1 compromiso

2 voluntad

3 ambición

El compromiso para mí es cumplir con lo que digo que voy a hacer. Si digo que voy al curso a las 9, voy al curso a las 9. No hay muchas vueltas.

La voluntad para mí es el amor que le pongo a todo lo que quiero hacer. Son las ganas que saco de cualquier lado. Es una fuerza que me mueve, que me ayuda a reconocer y recordar que si elegí algo es porque me importa, entonces, ¿para qué olvidarme de los motivos que me llevaron a esa elección?

Y la ambición como el poder de ir más allá. Tener siempre claro que deseo alcanzar mi objetivo y aprender en ese camino. Saber que deseo crecer, mejorar, superarme. Sacar siempre mi mejor versión. Y saber que puedo hacerlo.

Y, de repente, así como así, delante mío estaban los motores de todos mis logros. De una vez supe cómo hice (y sigo haciendo) todo en mi vida: guiada por mi compromiso, mi voluntad y mi ambición. Clic para tuitear Supe, entre tantas otras cosas, cómo fue que no hubo lugar hace dos noches para considerar no ir al curso por no haber dormido ni una sola vez durante la larga noche.

¿Y los motores de tu vida cuáles son? ¿Cómo haces vos? Todos tenemos aquello que nos mueve. Sólo debemos estar abiertos y atentos para poder descubrirlo. Clic para tuitear

¡Gracias por leerme!
2018-05-03T20:16:15+00:00
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